domingo, 20 de noviembre de 2011

Nunca se convirtió en siempre.


No entiendo cómo es eso de que lo nuestro ya te da igual. Supongo que es por eso de que “las cosas cambian”. Sin embargo, para mi gusto han cambiado demasiado. Estoy harta de lo que se ha convertido en siempre y antes fue nunca. Y por eso y aunque no es una buena excusa hoy a las tres de la tarde empecé por el tequila y borracha perdida me fui en búsqueda de un estanco, y de repente me di cuenta de que hoy es domingo y no hay nada abierto excepto los colegios. Menos mal que voté antes de haberme bebido media botella, sino hubiese cogido la papeleta mas cercana que estuviese sobre la mesa y la hubiese metido en el sobre.
Después de toparme con el cartel de “cerrado” del estanco de mi barrio, me he metido en un bar del que solo recuerdo que la maquina de tabaco esta detrás de la puerta y que es jodidamente incomodo porque tienes que ingeniártelas para abrir la puerta, comprar tabaco y luego cerrarla, no sé si de verdad será eso o es que iba muy borracha.
Cuando me he despertado a las ocho de este sueño de éxtasis embriagada por todos los vicios legales disponibles, me he dado cuenta de que nada había cambiado. Estaba en un banco de la plaza de Alonso Martínez y la gente reía a la vez que brindaba, yo sin embargo seguía con mi botella a medio beber bajo el brazo y sin nadie con quien brindar, aunque la verdad, tampoco tenía ninguna razón para hacerlo.



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