Nuestro viaje en tren fue rápido en todos los sentidos. Nos enfadábamos al llegar a cada estación y nos reconciliábamos en los lavabos acompañados del movimiento del tren. Mientras mis piernas rodeaban tu cintura pensaba en lo mucho que te odiaba por quererte tanto.
Tus susurros se los llevó aquel tren dirección "ninguna parte"
Tu don de palabra provocaba que mi orgullo “inquebrantable” se deshiciese en cuestión de milésimas de segundo.
Nuestra bipolaridad sobrepasaba los limites establecidos y tan pronto nos odiábamos como nos queríamos.
Y hubo un momento en el que me perdí en aquella historia llena de estrategias y disculpas. Porque no te niego, que el movimiento del tren es lo que lo hacia excitante pero tanto vaivén me dio dolor de cabeza.
Acabamos por escuchar la música demasiado alta como para poder oírnos.
Eso es un problema, como lo de hablar tan alto que el otro deje de escucharte, como lo de disculpar todos tus actos y olvidarte de escuchar. Pero sobre todo, olvidarte de amar. Un abrazo. :)
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