miércoles, 30 de noviembre de 2011

Recibos de sonrisas atrasadas.


Los recibos puedes quedártelos, no quiero datos que confirmen mis imprudencias.
Las multas ya las he pagado. Las recurro pero todas resultan ser improcedentes, como lo es también tu sonrisa.
Los parquímetros me echan de menos y cada día se aloja un papel en el parabrisas de mi coche que me indica que aún estoy en deuda. Pero la única deuda que tengo es contigo y con tu cuerpo. No quiero saber de pagos atrasados si no se refieren a los orgasmos que nos debemos.
Y por deber, deberíamos trazar un plan de rescate porque me estoy arruinando, me estás arruinando. Me arruina tu mirada huidiza y tus palabras precocinadas. Todas tus intenciones huelen a plástico y tus poesías saben a fracaso.
Mi cuarto parece un vertedero de papeles reciclados que acumulan números cada vez más altos. Y no sé por donde empezar…


martes, 29 de noviembre de 2011

Drogadicción.

Envuelves el humo de mi cigarro con tus sonrisas. Con tus tres sonrisas; la de alegría, la de “vamos a echar un polvo” y la de “perdóname”. Y como coño no voy a perdonarte con esa mirada.
Es imposible resistirse a tu respiración ajetreada.
Como también es imposible que no me gire cuando pasas.

Que todos mis sueños hablan de ti y tus juegos.
Que en tus juegos hago trampas cuando quiero. Que en mis sueños te vas sin decir adiós y me lo tomo como un “volveremos a vernos”. Que suena el puto despertador y no tengo ganas de rutina, que seguiría contigo entre mis sabanas.

Oye, que me quedo media hora más drogándome con fantasías. Mañana lo dejo, lo prometo.


viernes, 25 de noviembre de 2011

Todo saldrá bien.


Y de repente te das cuenta de que no importa una mierda nada cuando la persona que más quieres en este mundo está mal.
Todo deja de tener importancia y los problemas, aquellos por los que se acababa el mundo dejan de tener sentido.
Y ahora es ella el único sentido de mi vida. Porque ella es la que está día tras día a mi lado, luchando junto a mi en los buenos y en los malos momentos. Apoyándome cuando nadie lo hace, rescatándome de todos los desastres que organizo, perdonándome cuando no me lo merezco. Porque desde luego no me lo merezco, en cambio ella se merece absolutamente todo.
Y es entonces cuando te das cuenta de que sin ella nada merece la pena, la vida sin su felicidad se vuelve como el día más lluvioso que podáis imaginar, como la canción más triste de este puto mundo, como la letra más melancólica que hayáis leído, y la melodía más dañina jamás creada.

Por eso todos deberíamos demostrarlas cada día todo esto y mucho más. Por eso y aunque nos cueste decir “te quiero” deberíamos hacerlo cada día, por mucho que nos cueste darle el beso de buenas noches que nos pide hay que dárselo. Porque os juro que no hay mayor impotencia que darte cuenta de lo mal que lo has hecho, de lo increíblemente gilipollas que has sido y que de echo, eres, y no poder volver atrás para cambiar las formas y mejorar tus palabras. Cuidadlas mucho, a ellas, a las madres y recordad que pase lo que pase son las que siempre daran la cara por vosotros, las que siempre estarán a vuestro lado queriendoos tal y como sois.




domingo, 20 de noviembre de 2011

Nunca se convirtió en siempre.


No entiendo cómo es eso de que lo nuestro ya te da igual. Supongo que es por eso de que “las cosas cambian”. Sin embargo, para mi gusto han cambiado demasiado. Estoy harta de lo que se ha convertido en siempre y antes fue nunca. Y por eso y aunque no es una buena excusa hoy a las tres de la tarde empecé por el tequila y borracha perdida me fui en búsqueda de un estanco, y de repente me di cuenta de que hoy es domingo y no hay nada abierto excepto los colegios. Menos mal que voté antes de haberme bebido media botella, sino hubiese cogido la papeleta mas cercana que estuviese sobre la mesa y la hubiese metido en el sobre.
Después de toparme con el cartel de “cerrado” del estanco de mi barrio, me he metido en un bar del que solo recuerdo que la maquina de tabaco esta detrás de la puerta y que es jodidamente incomodo porque tienes que ingeniártelas para abrir la puerta, comprar tabaco y luego cerrarla, no sé si de verdad será eso o es que iba muy borracha.
Cuando me he despertado a las ocho de este sueño de éxtasis embriagada por todos los vicios legales disponibles, me he dado cuenta de que nada había cambiado. Estaba en un banco de la plaza de Alonso Martínez y la gente reía a la vez que brindaba, yo sin embargo seguía con mi botella a medio beber bajo el brazo y sin nadie con quien brindar, aunque la verdad, tampoco tenía ninguna razón para hacerlo.



domingo, 13 de noviembre de 2011

Dos heridos graves.


El choque de las copas simulaba que había algo que celebrar pero en realidad no había nada que festejar, era un simple gesto de cordialidad, una vieja costumbre que teníamos. “Por nosotros”- dijimos con la boca pequeña; típica frases que utilizas cuando no sabes por qué brindar. Ese “nosotros” en este caso era mentira.
Y a veces nos mentíamos porque no queríamos darnos cuenta de la verdad. Pero ese día y en ese momento, en aquel restaurante de vino barato y velas del chino, me di cuenta de que todo lo que había alrededor me desencantaba. Pero más que ese lugar, al que nos habíamos acostumbrado a ir todos los viernes noche, el que me desencantabas eras tú. Me desencantaba la rutina y que ya no supiésemos que decirnos ni como mirarnos.
Pagamos a escote y salimos de aquel antro y me di cuenta de que al caminar hacia casa ni si quiera nos dábamos la mano. Así que torcí aquella esquina sin intención de que me vinieses a buscar y así fue. Un adiós a media noche empañado por el frio de la penumbra, lleno de miradas que no se encontraban, vacío de ganas, cargado de indiferencia, hueco de ilusión. 



You can't say we never tried.

jueves, 10 de noviembre de 2011

No hubo manera.


Nuestro viaje en tren fue rápido en todos los sentidos. Nos enfadábamos al llegar a cada estación y nos reconciliábamos en los lavabos acompañados del movimiento del tren. Mientras mis piernas rodeaban tu cintura pensaba en lo mucho que te odiaba por quererte tanto. 
Tus susurros se los llevó aquel tren dirección "ninguna parte"
Tu don de palabra provocaba que mi orgullo “inquebrantable” se deshiciese en cuestión de milésimas de segundo.
Nuestra bipolaridad sobrepasaba los limites establecidos y tan pronto nos odiábamos como nos queríamos.
Y hubo un momento en el que me perdí en aquella historia llena de estrategias y disculpas. Porque no te niego, que el movimiento del tren es lo que lo hacia excitante pero tanto vaivén me dio dolor de cabeza.

Acabamos por escuchar la música demasiado alta como para poder oírnos. 


domingo, 6 de noviembre de 2011

Un inmenso ruido envuelto en silencio.

Lo habría intentado con todas mis fuerzas te lo prometo. Y sé que mis promesas no valen mucho, me pase todo nuestro tiempo mintiéndote. Bueno, en realidad, te contaba verdades a medias. Quizá por miedo a perderte. Era absolutamente contradictorio porque te engañaba por miedo a tenerte. Y tú te pasaste todo nuestro tiempo mintiéndote a ti mismo. La verdad no sé que es peor si tanta farsa o tanto miedo.
Puedes seguir llenando tu vida de polvos fáciles. Seguiré llenando la mía de inseguridades. Sigue llenando tu vida de aire vacío de ilusión que yo llenaré la mía de esperanzas muertas. Sigue mintiéndote. A mí me cansaste con tanta hipocresía. Y si en algún momento pude quedarme, no cogiste ese tren. 




You gotta swim. Swim when it hurts.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Entre las ruinas del pasado y el placer del presente.


Mis botas están llenas de barro por mi mala costumbre de pisar los charcos que dejaste tras tu despedida. Me quede con la mirada seca de tanto llorar.
Los periódicos anuncian que vienen tiempos malos y estoy harta de oír hablar de la puta crisis y no escuchar tu voz de borracho arrepentido a las 6 de la mañana.
Las gotas de lluvia hacen demasiado ruido, voy a poner algo de música a ser posible que no hable de nosotros. 
Mi armario, igual de desordenado que siempre. Me he comprado para este invierno un par de sonrisas. Cuando haga limpieza voy a tirar las excusas, han pasado de moda.
Últimamente la sinceridad brilla por su ausencia, igual que las estrellas, esta puta contaminación de Madrid que no da paso ni a la luna.
Los excesos de melancolía caben en una copa de vino, para el orgullo necesito una botella, estoy entre el vodka o el tequila.
Los recuerdos se amontonan como la pila de libros que sujeta la cojera de mi mesa de estudio.
Nuestros cigarros, como nuestras palabras se consumieron en menos de cinco minutos.
Nos acostumbramos a reír mientras hacíamos el amor y ahora en mi habitación solo suenan baladas lentas acompañadas de mi respiración, la tuya se quedó en standby como todas las promesas que aún no cumplimos.
El “aún” denota mi estupidez, y el vodka o el tequila que las heridas no han cicatrizado. No por ti, sino por mi.  Todavía no he desecho mi maleta en ninguna casa ajena, no quiero colgar mis pensamientos en ninguna percha que no lleve mi nombre, no quiero meter mis sentimientos en cajones sin llave. Todavía...


Sé que no es mucho pero es lo mejor que tengo.


martes, 1 de noviembre de 2011

Te fuiste tan deprisa.

Me levanto con un cigarro medio encendido en la penumbra de la que fue nuestra habitación, me tropiezo con un cenicero lleno de colillas y dos botellas de cerveza a medio beber y me doy cuenta que de nuestra habitación esta llena de trampas y mentiras. De promesas a medio cumplir, y e miles de papeles a los que se le caen las letras por nuestra puta inconstancia.
La desgana la observo en la cama perfectamente hecha y ya no huele a sexo ni tampoco a ti. Me miro la espalda y no tengo ni un rasguño, ni una marca, ni tan si quiera un indicio de que algún día aquel gélido rincón fue nuestro, tú ya no estas, tampoco tus cosas. Y resulta que la mierda a la que nos acostumbramos acabo por destruirnos. Dejando únicamente tu jodido recuero en cada una de las esquinas de esta puta habitación.
Me mudo, que es invierno y hace frio, y ya ni las mantas me abrigan porque aun conservan tu fragancia. Y la habitación desordenada que nos dejaba sin aliento se ha convertido en un puto iglú.