domingo, 23 de diciembre de 2012

Los fuegos que nunca se apagan.

Claro que creo en los fuegos que nunca se apagan pero tengo demasiada experiencia con los que lo hacen antes de tiempo. Y además de forma inesperada.

Pero lo peor no es que se apaguen antes de tiempo, lo peor es que sólo se apague una mitad y la otra siga luciendo, intentando que una pequeña chispa salte al otro lado y prenda las cenizas que puedan quedar.
Pero lo que ya es del todo inaguantable es no querer acabar con todas las llamas y, mantenerlas encendidas a base de recuerdos y esperanza.
Y es que la puta esperanza es siempre demasiado inoportuna.
Y los putos recuerdos son eso, recuerdos que no vuelven pero tampoco se van.

¿Luchar o rendirse?

Y es que no tengo fuerzas para luchar pero mi corazón no me permite dejar de creer en esto.

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