No me arrepiento de ningún momento, de ninguna de las
sonrisas, pero me arrepiento de todas las lagrimas que he derramado por creer
que mis anhelos no tenían solución. Y es que siempre hay una solución, a veces
no es la que nos gustaría. Pero todo pasa por algo.
Asimilar que las cosas se estropean, que las cosas cambian
es algo difícil, es un proceso doloroso pero no es infinito.
Darte cuenta de que no te identificas ni en lo simple ni en
lo importante es algo que llega como cualquier tormenta de verano, de forma
imprevisible. Y hace ruido durante un tiempo pero acaba por irse. Y tras la
tormenta siempre llega la calma.
Pero no podemos alargar tormentas infinitas con treguas caracterizadas
por la fragilidad de nuestras dispares formas de ver la vida.
Quizá tu lo ves negro y yo blanco, quizá tu ves las lágrimas
y yo la emoción, quizá tu escuchas la letra y yo la esperanza que hay en melodía.
Quizá he aprendido a pensar en la calma que traerán todas
las tormentas, porque en esta vida todo pasa.
Y si de algo estoy segura es de que no puedes permitirte
vivir en la oscuridad, por que desde luego no es todo perfecto, pero no hay
nada insalvable.
Pero ante todo debes salvarte a ti mismo.
Para ver el arcoiris has de soportar la lluvia.
ResponderEliminarMerece la pena apostar por algo que te garantice un mínimo de sonrisas al dia.
Merece la pena apostar por la felicidad de uno mismo e invertir en ella, eso esta claro.
EliminarSin tormentas no hay calmas que las precedan, si todo va bien hay algo que va mal. Necesitamos crisis y estar en lo negro para poder ver lo blanco, estar en lo peor para apostar por lo mejor. Buen texto, me gusta.
ResponderEliminarSiempre he creído que toda experiencia deja algo positivo. Aunque sea aprender de todo lo negativo. Y, desde luego, lo importante es ser feliz. Eso siempre y por encima de todo.
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